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Problemas para cobrar un seguro

  • Foto del escritor: Andres Martinez
    Andres Martinez
  • 1 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

Las dificultades para cobrar un seguro se explican primordialmente en el desconocimiento de los asegurados sobre el contrato y la ley respecto de sus derechos y obligaciones. En ocasiones, no han leído la póliza, e ignoran la presencia de exclusiones a eventos cuya cobertura daban por hecha.

Confiar en el asesor productor (bróker) que interviene en la emisión de la póliza, y se esmera en la elaboración de un producto a la medida de su necesidad, ciertamente que es correcto y recomendable para el asegurado. Aquel asesor, llegado el caso de un siniestro, va a ayudarle a cobrar el seguro. Sin embargo, cuando la negativa de la aseguradora es un hecho consumado, poco podrá hacer, pues su actividad y sustento económico es la colocación de pólizas que emiten las aseguradoras.

Lo curioso es que pocos asegurados, incluso empresarios bien capacitados y con importante facturación, tienen presente que el seguro es también un contrato, y bastante complejo, como para animarse a disponer que sus abogados lo revisen, y para exigir que sus familiares o colaboradores conozcan bien las responsabilidades de conservación del bien asegurado, a fin de que –de ocurrir un siniestro- no tropiecen con que el evento ha estado excluido.

Evidentemente, la pérdida o daño de un activo, cuando éste constituye un medio de producción, y la aseguradora niega el pago de su arreglo o reposición, es una catástrofe económica porque destruye parcial o totalmente la fuente de ingresos. El daño se multiplica exponencialmente.

No es exagerado afirmar que el contrato de seguro es complejo, pues no menos de cinco cuerpos normativos en el Ecuador lo regulan.

Además, una póliza contiene tres tipos de cláusulas o condiciones: generales, especiales y particulares. Las segundas pueden modificar válidamente a las primeras, pero las últimas no. No obstante, en la realidad ecuatoriana se presentan casos en que las condiciones particulares contienen exclusiones a las coberturas previstas en las generales, o conceden amparos adicionales no estipulados en las generales.

En fin, existen variadas dificultades para cobrar un seguro, cuyo comentario implicaría entrar en una casuística casi interminable. Muchos tropiezos, usuales en determinados ramos, son inexistentes en otros. Así por ejemplo, la cuantificación de un daño puede ser materia controvertida ante la destrucción de un edificio por terremoto, pero jamás lo sería ante un seguro de vida, en el que el valor asegurado es fijo e indiscutible. En cambio, en el de vida pueden presentarse objeciones basadas en la omisión en declarar el verdadero estado de salud del difunto, al momento de contratar la póliza.

Se podría citar, en todo caso, unas cuantas objeciones o dificultades en cobro de seguros comunes a todos los ramos. Nos referimos a la falta de pago oportuno de la prima; a la omisión en informar el estado del riesgo del bien o del interés asegurado, o la modificación sobreviniente de aquel estado antes de la ocurrencia del siniestro; a la designación de un perito ajustador del siniestro, y la validez o ineficacia del dictamen de este perito en cuanto a las causas del siniestro, la cuantía del daño, y la procedencia del reclamo.

 
 
 

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